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Lo primero que hay que decir sobre el Neurofeedback es que es el nombre de una técnica que engloba muchos tipos de tratamientos. Del Neurofeedback se explica que sirve para trastornos tan diferentes como el autismo, las demencias, la ansiedad o el daño cerebral. Eso puede inclinarnos a pensar que es una especie de «sanalotodo» y llevarnos a la desconfianza. Sin embargo, cualquiera entiende que una operación quirúrgica para unas cataratas tiene poco que ver con una de menisco. Con el Neurofeedback ocurre igual: poco tiene que ver el tratamiento para una depresión que el de un niño hiperactivo.
También es muy importante aclarar que no todas las técnicas a las que se denomina Neurofeedback son el «verdadero Neurofeedback», al que podemos denominar «Neurofeedback científico«. Solo este Neurofeedback ha sido validado experimentalmente en múltiples hospitales y universidades por investigadores objetivos. Los «otros Neurofeedback» solo han sido «validados» por las mismas empresas que los «comercializan«.
Por último, aunque tiene más de 50 años, cada día salen nuevos estudios en este campo. Los más prestigiosos investigadores y desarrolladores de esta técnica están de acuerdo en que no se debe realizar un tratamiento de Neurofeedback sin hacer previamente una medición. Hacerlo sería como emprender una curación sanitaria sin un buen diagnóstico.
La base del Neurofeedback está en la neuroplasticidad, que es la capacidad de las neuronas de fortalecer o debilitar la comunicación que tienen con otras neuronas, aprendiendo u olvidando, según un patrón adaptativo de nuestro cerebro. Las conexiones que se usan con frecuencia se fortalecen y las que se usan menos frecuentemente se debilitan.Plasticidad neuronal, neuroplasticidad, Neurofeedback, neuropsicología, tratamiento por neurofeedback, Neurofeedback Zaragoza, Manuel Olalla, Manuel Olaya
Aunque el número de neuronas de nuestro cerebro es relativamente estable, las conexiones entre ellas es siempre cambiante.
A las conexiones entre neuronas se les denomina sinapsis y continuamente se están modificando. Podemos pensar en una sinapsis como en un tubo elástico que une dos neuronas, a través del cual una neurona envía cosas (información) a otra neurona; si se manda mucha información el tubo se expande y permite que cada vez pase más y más información y eso hace que aún crezca más; por el contrario, si el tubo apenas se utiliza se va contrayendo y cada vez es más difícil enviar datos, hasta que puede llegar a desaparecer.
Pongamos que vas a marcar un número de teléfono al que no has llamado nunca. Lo estás leyendo en el ordenador y el teléfono está lejos. Lo memorizas, vas hasta el teléfono y lo marcas. Pero cuando has acabado de hablar has olvidado completamente el número.
El número de teléfono se ha memorizado a través de varias sinapsis que se han fortalecido rápidamente para guardar el número, ya que era importante para nosotros mantenerlo en la memoria hasta que lo marcáramos. Pero una vez marcado ha dejado de tener importancia y las sinapsis se han debilitado hasta perder la información.
No es así de simple, ya que no es una única sinapsis la que actúa. Pueden ser necesarias, incuso para procesos mentales sencillos, millones de sinápsis.
Lo que hace “especial” al neurofeedback es que crea plasticidad neuronal, un proceso que ocurre de forma habitual en todas las personas, pero que el neurofeedback potencia y dirige.
Neurofeedback, neuropsicología, tratamiento por neurofeedback, Neurofeedback Zaragoza, Manuel Olalla, Manuel OlayaEl neurofeedback es un aprendizaje y, como todos los aprendizajes, crea plasticidad neuronal.
Lo que estamos enseñando a nuestro cerebro es a que genere un patrón distinto de actividad neuronal; lo que supone una modificación de la fuerza de muchas sinapsis y eso también es plasticidad neuronal.
El cambio de activación va acompañado de una recompensa directa por parte del entrenamiento y de una recompensa indirecta, ya que al terminar el entrenamiento hemos mejorado en algún aspecto, lo que nos hace sentir mejor. A esto los psicólogos lo denominamos condicionamiento operante y también supone plasticidad neuronal.
A nivel histórico el neurofeedback comienza a gestarse mucho antes de su nacimiento, cuando en 1875, Richard Caton establece en animales que la actividad eléctrica del cerebro está asociada a la actividad mental.
Posteriormente en 1900, se realiza el primer registro electroencefalográfico en humanos.
En 1929, el neuropsiquiatra alemán Hans Berger descubre el ritmo Alfa. También observó que con estimulación el ritmo Alfa era reemplazado por un ritmo de menor amplitud y frecuencia más rápida. A este ritmo lo denominó Beta.
Y de ésta manera se fueron sucediendo descubrimientos con respecto a las diferentes ondas de nuestro cerebro.
En 1960 Kamiya comienza a ayudar a personas a entrenar su ritmo Alfa, informándoles de cuando estaban o no en este ritmo. Sus experimentos fueron publicados en la revista Psychology Today en 1968. La hipótesis de Kamiya fue que incrementando las ondas Alfa podría reducirse la ansiedad. Los resultados de los trabajos de Kamiya y Hardt corroboraron completamente esta hipótesis.
En 1989 Robert Thatcher desarrolló su primera base de datos de electroencefalogramas. Mientras que Jay Gunkleman fue el que comenzó a utilizar los mapeos cerebrales para la implementación de protocolos de entrenamiento cerebral y el que promovió su uso en la comunidad de usuarios del Neurofeedback.
Los enfoques basados en protocolos de intervención y en electroencefalografía cualitativa son los que más investigación han desarrollado hasta la fecha y cuentan con mayor evidencia científica. La Biofeedback Certification International Alliance y la International Society for Neurofeedback and Research avalan estos modelos. Concretamente, el protocolo de intervención sensoriomotor ha sido incluido por la Academia Norteamericana de Pediatría en su lista de modelos de intervención basados en la evidencia para el tratamiento del TDAH.
Thatcher ha centrado su investigación (1989) en el área del trauma craneoencefálico, desarrollando una base de datos muy precisa en el diagnóstico de los distintos niveles de gravedad del mismo; su trabajo ha proporcionado nuevas pistas en la relación entre la destrucción de los tejidos de materia gris y de materia blanca en el cerebro. Gunkleman sigue investigando la relación entre los mapas de encefalografía y las funciones neuronales; ayudando a la hora de diagnosticar distintas patologías y de prescribir la medicación más adecuada para las mismas.
En esta misma Web hay una sección dedicada a tratamientos donde se explican detalladamente muchas aplicaciones del neurofeedback.
De todas formas, lo primero que hay que entender es que el neurofeedback no es una panacea, es una técnica que ayuda a mejorar el patrón de actividad cerebral, lo que puede servir para corregir desajustes que suelen manifestarse como síntomas o puede servir para mejorar la eficacia de alguna función cerebral concreta.
El neurofeedback puede suplir o complementar los psicofármacos en la mayoría de los casos. Algunos ejemplos serían:
Pero a diferencia de los fármacos el neurofeedback no tiene efectos secundarios y cuando se deja de usar no tiene efectos rebote.
También, como los psicofármacos, el neurofeedback no es una cura en sí misma, sino una muleta para que nos apoyemos en ella mientras nuestros huesos sueldan. Al igual que no nos curaremos una depresión tomando antidepresivos, tan sólo reduciremos los síntomas, lo mismo ocurre con el neurofeedback. Para muchos de los tratamientos necesitamos una aproximación multidisciplinar, aunando neurofeedback junto con otras terapias.
Una cosa muy importante es que el neurofeedback llega donde la mayoría de los tratamientos tradicionales no llegan:
Antes de tratar de empezar un tratamiento hay que realizar un medición.
Un tratamiento de neurofeedback se inicia con una medición del patrón de ondas en diferentes puntos del cerebro. Básicamente se mide el voltaje en diferentes partes del exterior del cráneo con electrodos similares a los de un electrocardiograma. Ese voltaje nos da información de la actividad cerebral en esa zona. Se descompone en frecuencias para poder entender qué velocidad tiene la actividad en cada zona. Así, ritmos lentos son propios del sueño y ritmos rápidos son propios de la actividad. La medición nos indica si hay velocidades inadecuadas en alguna zona, si no hay coherencia entre la velocidad en una zona y la de otra, etc.
Con una medición podemos tener una idea aproximada de los síntomas que presentará el cliente o de sus posibilidades de mejora. Esa medición se acompaña de una entrevista clínica. En caso necesario se realizan las pruebas diagnósticas apropiadas. Con ello tenemos un cuadro inicial a partir del que empezar a trabajar.
Como se ha dicho, el tratamiento con neurofeedback es un entrenamiento. Como todos los entrenamientos requiere dedicación y repetición, para que se produzca el aprendizaje.
Con la información de la medición se plantea un tratamiento. Este consiste en un protocolo de entrenamiento de neurofeedback y las técnicas de apoyo que puedan ser necesarias.
No todo el mundo aprende igual de deprisa. Además, quién es rápido aprendiendo una cosa puede ser lento aprendiendo otra. Por eso no se puede saber a priori cuántas sesiones de entrenamiento requerirá un tratamiento concreto.
En una sesión de neurofeedback se mide el voltaje en la zona o zonas que se estén entrenando. Se transforma mediante diferentes funciones matemáticas, convirtiéndolo en una señal de éxito cuando se cumplen las condiciones del entrenamiento. Se informa a la persona que realiza el tratamiento de la señal de éxito. De esta forma sabe que lo está haciendo bien. A esto se denomina en psicología: condicionamiento operante.
En la primera época del neurofeedback la señal de éxito era simplemente el entrenador que informaba al cliente verbalmente. Posteriormente se usaron luces y sonidos. Actualmente se utilizan vídeos y videojuegos.
En español la técnica se denomina Neurorretroalimentación. El nombre indica lo explicado anteriormente. Neuro porque medimos la actividad neuronal. Retroalimentación porque informamos de dicha actividad. Al hacerlo facilitamos que se aprenda a controlar la actividad.
Periódicamente se realizan mediciones para comprobar la evolución de tratamiento y poder ajustarlo en la medida de lo necesario.
Tras un número de sesiones, que depende de cada persona, se observa que se acerca a la consolidación del tratamiento. En ese momento se considera terminado el aprendizaje y se termina el tratamiento.
Cuando el entrenamiento se termina con la consolidación los efectos del mismo son muy duraderos. Estudios realizados con algunos protocolos muestran que tras 10 años de haber terminado el entrenamiento los efectos perduran.
Psicólogo clínico especializado en terapia cognitivo conductual y neuropsicología.
Centro de Neurofeedback en Zaragoza del Psicólogo Manuel Olalla