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El estrés y sus efectos

El estrés es una reacción física que muestra nuestro organismo ante diferentes situaciones de vida que percibimos como amenazantes, angustiosas, excesivas o que nos cuesta afrontar. Es un mecanismo de defensa.

Índice

El origen del estrés se encuentra en nuestro cerebro. Él es el responsable de reconocer y responder a las diferentes situaciones de estrés.
Los síntomas desencadenados por situaciones estresantes varían dependiendo de la persona, del problema, de la situación, de las circunstancias que rodean al sujeto y del tiempo que permanezca en dicha situación estresante.

El estrés influye en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Un estrés fuerte durante un corto período de tiempo, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas de nuestro cerebro. Lo que significa que puede cambiar la anatomía cerebral. El estrés crónico, tuvo el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria en experimentos realizados con ratas. Es más, en situaciones de estrés sostenido en el tiempo, en las cuales no había ninguna posibilidad de escapar, los animales terminaban muriendo. Esto no es para dramatizar, sino para hacernos conscientes de la seriedad que puede suponer un estrés mantenido en nuestras vidas.

Pero el estrés es una respuesta natural, que al igual que el dolor nos ha servido para sobrevivir como especie y que es necesario para poder adaptarnos en nuestra vida. Nos puede resultar útil para ser más eficaces en nuestro trabajo cuando trabajamos bajo algo de presión, para mantenernos despiertos unas horas más la noche antes de un examen o para reaccionar rápidamente ante una situación determinada. Sin embargo, a menudo se confunde con una patología ya que lo que comienza siendo un mecanismo de defensa puede terminar desencadenando serios problemas de salud.
Un adecuado entrenamiento en neurofeedback, no eliminará las circunstancias que nos rodean y nos producen estrés, pero aumentará nuestra resiliencia a estímulos estresantes, bajará nuestra ansiedad y mejorará nuestra capacidad de respuesta adecuada. Consiguiendo así eliminar los síntomas negativos producidos por el estrés y evitando que estos puedan desembocar en un problema de depresión mayor.

Bases neurológicas del estrés

Cuando nuestro sistema nervioso interpreta una situación como estresante puede responder, según la valoración que se realice de la situación, con una respuesta de estrés a corto plazo o una respuesta de estrés a largo plazo.

La respuesta a corto plazo es la que se conoce más comúnmente. El sistema nervioso autónomo, el que controla las funciones involuntarias, se divide en varios sistemas, uno de ellos es el sistema simpático, que es el encargado de prepararnos para la acción. Para ello segrega noradrenalina a las vísceras a las que controla, activándolas para la acción. Por otra parte, ordena a los riñones que produzcan adrenalina que va al torrente sanguíneo.

Juntas, la adrenalina en la sangre y la noradrenalina en las vísceras, producen varias reacciones metabólicas que nos permiten actuar más rápido y con más contundencia. Entre otras: aumento de la frecuencia e intensidad del ritmo cardiaco, incremento de la capacidad respiratoria con dilatación bronquial, dilatación de la pupila, liberación del azúcar acumulado para que la usen los músculos, etc.

En la respuesta a largo plazo la hipófisis, una zona del cerebro que genera hormonas, produce la adrenocorticotropa (ACTH), que aumenta la captación de glucosa en los músculos (para que desarrollen más energía) y ésta a su vez, promueve la producción de glucocorticoides en los riñones. Los glucocorticoides facilitan que las grasas se puedan usar como fuente de energía y mantienen elevados los niveles de glucosa en sangre, para que llegue energía con facilidad a los músculos que la necesiten.

De las dos respuestas, la segunda, es la que acaba produciendo serios problemas a las personas, ya que produce efectos dañinos si se mantienen durante un tiempo prolongado: disminuye la resistencia a las infecciones, retrasa la curación de heridas, retrasa el crecimiento, afecta al sexo, etc.

Ambas respuestas se disparan por una orden del hipotálamo, una de las principales zonas del cerebro encargadas de recibir entradas de los sentidos y mandar órdenes al organismo. Pero el hipotálamo sólo se encarga de trasmitir la orden que le llega de la corteza cingular. La corteza cingular es la parte más profunda de la corteza cerebral y es la encargada, entre otras muchas cosas, de procesar la respuesta emocional. La corteza cingular recibe información de los estímulos (a través del hipotálamo, que sirve tanto de entrada como de salida de información) y la procesa directamente, pero además se comunica con la corteza frontal, que interpreta el estímulo a nivel cognitivo. Así pues, el estímulo potencialmente estresante es procesado a nivel emocional por la corteza cingular y a nivel cognitivo por la corteza frontal y se decide cómo responder.

Diferentes experimentos realizados con neurofeedback han constatado que su uso reduce la respuesta de estrés que recibe esta terapia. Se hipotetiza que esto se debe, principalmente, a que el neurofeedback ayuda a disminuir la activación excesiva de la corteza, de forma que la corteza cingular podría actuar con más independencia en el procesamiento del estímulo y disminuir la respuesta de estrés a largo plazo.

Tensión muscular

Nuestros músculos estriados, también llamados esqueléticos porque son los encargados del movimiento de nuestros huesos, están siempre en tensión (excepto en la fase de sueño REM que pierden parte de esa tensión). A esa tensión se le denomina tono muscular.

Pero la tensión muscular normal, la que podríamos llamar tensión muscular sana, no cansa a los músculos, ya que nuestro cuerpo tiene su propio sistema regulador que hace que las fibras musculares se contraigan cíclicamente dentro de un mismo músculo, de forma que mientras unas están en tensión otras descansan.

Sin embargo, esto cambia cuando estamos sometidos a estrés.

Para que un músculo pueda actuar con mayor potencia se contrae primero y luego se utiliza la energía elástica resultante de su relajación para aumentar la elongación posible del mismo. Es algo similar a lo que veríamos con un muelle, cuanto más lo presionemos y los contraigamos más se estirará cuando lo liberemos de dicha presión.

Y como hemos comentado en referencia al estrés, es un mecanismo natural de defensa, que permite al cuerpo realizar un esfuerzo adicional en caso de peligro, que es lo que se denomina: mecanismo de lucha y huida.

Por lo tanto, ante una respuesta de estrés nuestro organismo ordena a los músculos que se contraigan al máximo para poder liberar la mayor energía posible en caso de lucha o huida. Pero en nuestra sociedad no nos enfrentamos a leones de forma habitual, así que la manifestación física de lucha y huida no se suele producir (a veces sí, cuando nos libramos de una accidente o situación comprometida o desarrollamos una actividad deportiva) y el músculo se queda en estado de tensión.

Esa contracción prolongada del músculo puede convertirse en una contractura muscular, que nos producirá molestias y dolores, principalmente en las zonas del cuello, hombros y espalda.

Con neurofeedback, con un protocolo de entrenamiento para el estrés, conseguiremos que disminuya la respuesta al estrés que produce nuestro organismo y eso conllevará que se reduzcan sus efectos, entre ellos la tensión muscular.

Pero además, se puede actuar directamente sobre la tensión muscular con un entrenamiento en biofeedback específico. Midiendo la tensión de los músculos más afectados, se puede realizar un entrenamiento que ayude a relajarlos directamente, disminuyendo la tensión muscular resultante.

Insomnio

Tratamiento contra el insomnio producido por el estrés

El sueño no es un proceso homogéneo, sino que consta de varias fases. De la vigilia pasamos al estadio 1, que dura unos 10 minutos, y sería el umbral del sueño, que sólo se produce cuando pasamos de estar despiertos a estar dormidos. La siguiente fase es el estadio 2, que dura unos 15 minutos y durante el cual reducimos la intensidad de los estímulos externos, para permitirnos mantener el estado de sueño. En el estadio 3 empiezan a aparecer ondas muy lentas, que llegan hasta el 50% en el estadio 4; juntos constituyen lo que se denomina sueño de ondas lentas y dura unos 60 minutos. Tras el estadio 4, se vuelve al 3, del 3 volvemos al 2 y tras el estadio 2 comienza la fase REM (Movimiento Rápido de los Ojos, en inglés) que se corresponde a un actividad cerebral similar a la de la vigilia, pero estando dormidos. El sueño REM suele durar entre 20 y 30 minutos. Tras el sueño REM pasamos al estadio 2, luego al 3 y seguimos cíclicamente repitiendo la bajada a 4 y la subida a REM, tantas veces como nos lo permita nuestro tiempo de sueño, teniendo en cuenta que cada ciclo completo dura aproximadamente unos 90 minutos.

Hay diferentes tipos de insomnio, según los clasifiquemos por su causa o por sus modos de presentarse.

Algunos tipos de insomnio se deben a causas físicas subyacentes, como el insomnio familiar fatal, de origen genético; la mioclonía nocturna, movimientos involuntarios de las extremidades que nos despiertan; el síndrome de las piernas inquietas, que nos produce sensación de molestias en las piernas, etc.

Otros tipos de insomnio se deben a cuestiones coyunturales: adelanto de fase, se debe a que el ritmo circadiano, que nos marca internamente el periodo de 24 horas, se va acortando con la edad por lo que nos dormimos más tarde y nos despertamos antes; el síndrome del cambio rápido de zona horaria (Jet lag); trabajar por turnos, etc.

El insomnio que la mayoría hemos padecido en un momento u otro de la vida y que se debe sólo a un estado de ansiedad o depresivo que nos impide conciliar el sueño se denomina insomnio primario y puede ser de varios tipos: inicial o de conciliación, intermedio o de mantenimiento del sueño y terminal o de despertar precoz.

Si estudiamos la aparición del sueño respecto de las ondas que se producen en un electroencefalograma, vemos que durante la vigilia con los ojos cerrados hay un predominio de ondas de velocidad intermedia, denominadas alfa, y cuando estamos en el estadio 1 esas ondas van disminuyendo y aumentando las ondas de frecuencia lenta, denominadas theta.

Realizando las mediciones adecuadas con la técnica de neurofeedback, se observa que las personas que padecen de insomnio tienen, durante el periodo de vigilia, un porcentaje de ondas alfa bastante superior al de las personas que no padecen dicho insomnio.

Por ello, con el entrenamiento adecuado en neurofeedback podemos ayudar a las personas a modificar estas pautas de ondas, reduciendo el insomnio.

Bruxismo

Se considera bruxismo a la acción de rechinar los dientes o apretarlos fuertemente en momentos en los que no se requiere, normalmente durante el sueño.

Tradicionalmente se ha considerado que el bruxismo es la consecuencia de la presencia simultánea de un problema dental y el estrés. Varias investigaciones parecen indicar que para que aparezca el bruxismo debe existir una interferencia oclusiva, es decir, una dificultad para poder cerrar la mandíbula en una posición de equilibrio cómoda. Sin embargo, las mismas investigaciones constatan que la interferencia oclusal por sí misma no genera el bruxismo, para ello hace falta que la persona se encuentre en un estado de ansiedad. Otras investigaciones, han constatado que cuando ya existe bruxismo, el hecho de eliminar las posibles causas físicas que dificultan la posición de descanso en la mordida no eliminan el bruxismo.

Se puede hipotetizar que el bruxismo es una conducta involuntaria derivada del estrés que se produce en caso de interferencia oclusal, pero que una vez aprendida se convierte en un hábito que se manifiesta en respuesta al estrés y que no se extingue aunque se eliminen las causas físicas primeras que la provocaron.

Investigaciones realizadas sobre el bruxismo en las fases de sueño parecen indicar que se produce en las fases más próximas a la vigilia: Estadio 1, Estadio 2 y REM. Aunque varía mucho según cada persona, la medía vendría ser de unos 5 episodios de bruxismo por noche y unos 8 segundos de duración de cada episodio.

El mecanismo neurofisiológico del insomnio sería similar al de la tensión muscular, con una activación simpática que provoca contracción muscular y la acción del mecanismo de seguridad de la mordida, que produciría la distensión. Este conjunto de movimientos cíclicos produce el fenómeno de bruxismo.

El neurofeedback permite reducir el bruxismo eliminando la ansiedad general, con un entrenamiento que reduzca la hiperactividad cortical típica de las personas sometidas a estrés.

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Manuel Olalla

Manuel Olalla

Psicólogo clínico especializado en terapia cognitivo conductual y neuropsicología.

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